Abordar el cambio climático dentro de la emergente economía circular
Al intervenir el pasado mes de noviembre en Marrakech en el Foro de Innovación Social y Ética Global (SIGEF 2016), y en la Zona Verde de la COP22, tuve la oportunidad de hablar del clima en el contexto de la emergente economía circular. También tuve la suerte de escuchar a algunos de los principales innovadores del mundo en este ámbito. Los representantes de la industria de la aviación, la industria naviera, el sector energético, el sector agrícola, el sector de la fabricación de productos y el movimiento de las ciudades sostenibles transmitieron poderosos mensajes de progreso, con un claro llamamiento a seguir actuando.
Como paradigma empresarial, la economía circular representa una maduración de la comunidad empresarial mundial. Según esta filosofía, los recursos biológicos y minerales ya no están ahí para ser aprovechados, sino que son un valioso capital natural que debe ser administrado. El aire, el agua y los ecosistemas ya no se consideran vertederos de residuos, sino bienes comunes que deben protegerse. Y los productos no son simples baratijas que se usan y se desechan, sino que se diseñan para que cumplan su función y luego se reutilicen, reutilicen o reciclen con la menor cantidad de residuos posible.
En esencia, la economía circular busca emular el complejo acto de equilibrio de la tierra que sostiene la vida, sin desperdiciar nada en el proceso. El valor empresarial se deriva de: la gestión del riesgo en toda la cadena de valor; la reducción de la presión sobre los recursos naturales; la identificación de nuevas fuentes de ingresos; la adaptación a las nuevas tecnologías y a las tendencias de la globalización; y la protección de la marca. Todo ello debe estar respaldado por parámetros de sostenibilidad precisos para evaluar los avances. Más que un juego de suma cero, encarna una verdadera filosofía de ganar-ganar, un interés propio ilustrado que reconoce las intrincadas formas en que todos estamos conectados.
Las empresas que SCS ha certificado en todo el mundo han estado a la vanguardia del movimiento de la economía circular, por ejemplo:
- con prácticas agrícolas sostenibles que construyen el suelo, evitan activamente la erosión y protegen el agua y la vida silvestre, al tiempo que producen cosechas abundantes y nutritivas y crean un entorno de trabajo justo y equitativo;
- con soluciones innovadoras de diseño de productos de recuperación, reciclaje y reutilización que desvían los residuos del vertedero y protegen los valiosos recursos;
- con programas de economía forestal diversificada que valoren la madera no sólo como madera o combustible, sino que reconozcan los numerosos servicios medioambientales que presta un bosque vivo y sano, entre los que se encuentran el apoyo a las comunidades locales y la captura de carbono; y
- con el uso estratégico de la evaluación del ciclo de vida para evaluar el rendimiento medioambiental, no sólo internamente, sino en toda la cadena de suministro, con el fin de evaluar el riesgo, así como las oportunidades significativas de mejora con un rendimiento real de la inversión.
Ahora, en este período de cambio climático sin precedentes, es esencial que las empresas, los gobiernos y las instituciones apliquen las lecciones de la economía circular a nuestro mayor desafío: estabilizar el clima de la Tierra. Estas lecciones incluyen:
- el reconocimiento del valor intrínseco e insustituible de los bienes comunes globales: nuestro clima delicadamente equilibrado que sostiene toda la vida;
- La gestión de los riesgos mediante la gestión de los recursos, la prevención de la contaminación, la desviación de los residuos y la aplicación cuidadosa de tecnologías innovadoras para secuestrar el carbono y evitar las emisiones que ponen en peligro el clima sin que se produzcan contrapartidas involuntarias;
- pensamiento exponencial para reconocer la necesidad de una acción rápida y eficaz no sólo para 2030, 2040 o 2050, sino para evitar peligrosos picos de temperatura de +2 grados centígrados (+2°C) o más en los próximos 10 años;
- y, por último, unos parámetros de medición actualizados que nos permitan evaluar con mayor claridad cada estrategia de mitigación del clima, para determinar si puede ofrecer los resultados que necesitamos a tiempo y garantizar que nuestro dinero está bien gastado.
Este último punto -la necesidad de contar con métricas de contabilidad climática actualizadas- es quizá el menos glamuroso, pero el más importante, que debemos tratar ahora mismo. Como hemos señalado anteriormente, las métricas de la contabilidad climática que se utilizan actualmente en los registros de carbono, los mercados de carbono, los responsables políticos de los gobiernos, la huella de carbono de las empresas e incluso en las negociaciones con los países están dos décadas desfasadas.
La ciencia del clima ha progresado de forma espectacular, como se resume en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC (AR5). Ahora entendemos que:
- el metano presenta un riesgo climático 4-5 veces mayor de lo que se entendía hasta ahora;
- Dos sustancias no contabilizadas en los sistemas convencionales de contabilidad climática -las partículas de carbono negro y el ozono troposférico- son importantes contaminantes climáticos que deben mitigarse rápidamente;
- algunos contaminantes han estado enfriando artificialmente la tierra, y su presencia o ausencia debe entenderse para comprender plenamente las verdaderas dimensiones del desafío climático;
- Los cambios en los patrones de circulación oceánica y aérea, así como otras dinámicas climáticas naturales, también deben tenerse más en cuenta.
Además, hemos aprendido que tenemos que centrarnos en frenar y, en última instancia, invertir los niveles de exceso de radiación (calor) atrapada -medidos en vatios por metro cuadrado (W/m2) sobre la superficie de la Tierra- que están haciendo subir las temperaturas globales. Piense en ello como si pusiera agua fría en una estufa: sube el calor y, al cabo de unos minutos, el agua hierve. Pues bien, como hemos subido el calor en el planeta, la temperatura de la Tierra ha aumentado. Un nuevo estudio publicado en la revista Science el mes pasado muestra que, con las temperaturas actuales, el cambio climático ya está alterando todos los segmentos del mundo natural.
Ya estamos a +2,4 W/m2 por encima de los niveles históricos de referencia. A menos que cambiemos el rumbo, este nivel de calor es suficiente para llevar la temperatura media global de la Tierra muy por encima de +1,8°C. El límite superior establecido en el Acuerdo de París sobre el clima, +2 °C, está a la vuelta de la esquina. La conclusión es que los esfuerzos de reducción de las emisiones de dióxido de carbono y los esfuerzos de adaptación al clima serán demasiado escasos y tardíos si no emprendemos también una intervención a corto plazo en la crisis climática. Y eso resulta ser también lo esencial para las empresas sostenibles.
Un paso esencial para estabilizar el clima en o por debajo de +1,5 °C -el objetivo más ambicioso fijado en el Acuerdo de París- o incluso de forma más agresiva en el nivel actual de aproximadamente +1,2 °C, es ajustar y actualizar nuestros métodos de contabilidad climática. Solo cuando hagamos los cálculos correctamente podremos entender realmente qué opciones de mitigación tienen la capacidad de ofrecer los resultados que necesitamos a tiempo para evitar un cambio climático desbocado en la próxima década, qué opciones pueden desplegarse sin causar daños no deseados al medio ambiente o a la salud humana, y cómo evitar gastar miles de millones de dólares persiguiendo ideas que no funcionarán.
Afortunadamente, ahora se están realizando esfuerzos para llamar la atención sobre los protocolos actualizados de contabilidad climática para uso internacional basados en la ciencia de la Quinta Evaluación del IPCC. Y las empresas y asociaciones industriales con visión de futuro ya están aplicando estos protocolos actualizados para desarrollar una comprensión más clara de sus propias huellas climáticas y de cómo obtener el mayor beneficio por el dinero. Pídanos más detalles al respecto.
¿Podemos estabilizar el clima? Técnicamente, la respuesta es sí. ¿Estamos a la altura? Tal vez. Por el bien de una economía sana y sostenible, tendremos que coinvertir en soluciones climáticas que en algunos casos van más allá de los límites de la empresa o de las fronteras políticas. También es posible que tengamos que deshacernos de algunas ideas preconcebidas sobre lo que funcionará y lo que no a corto plazo para poder hacer el trabajo. Con información científica actualizada y motivados por la necesidad de actuar ahora, todavía podemos tener éxito en esta empresa de sostenibilidad definitiva.
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