Responde a la llamada de la COP 27
Artículo publicado originalmente por SCS Global Registry.
Durante el discurso de apertura de las conversaciones de la COP 27 de la CMNUCC en Sharm El-Sheikh (Egipto) esta semana, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, lanzó el guante. Dijo: "En pocos días, la población de nuestro planeta cruzará un nuevo umbral. Nacerá el miembro número 8.000 millones de nuestra familia humana. Este hito pone en perspectiva el objetivo de esta conferencia sobre el clima. ¿Cómo responderemos cuando el "bebé 8.000 millones" tenga edad suficiente para preguntar: "¿Qué hicisteis por nuestro mundo -y por nuestro planeta- cuando tuvisteis la oportunidad?"
Nuestra respuesta a este desafío depende de nuestra comprensión no sólo de las causas del cambio climático, sino del abanico de posibles soluciones que pueden aportarse. A medida que el ritmo del cambio climático se acelera, también lo hace nuestra conciencia de los factores que lo impulsan. El floreciente campo de la investigación sobre el clima, salpicado por la publicación de sucesivos informes de consenso del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, aporta continuamente nueva información, información sobre la que podemos actuar, si somos capaces de seguir el ritmo.
Sin embargo, uno de los aspectos en los que no nos hemos puesto al día es en el marco básico de contabilidad climática que se utiliza en los mercados de carbono para evaluar y financiar diferentes proyectos de mitigación del cambio climático. El marco que se utiliza hoy en día se remonta en gran medida al estado de la ciencia a mediados de los años noventa. Se centra en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI). Pero con más de un billón de toneladas de dióxido de carbono antropogénico en la atmósfera y decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero de larga duración que se emiten cada año, la reducción de las emisiones sólo puede frenar el ritmo de calentamiento del planeta, y eso sólo después de varias décadas. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Podemos empezar por tomar distancia y considerar los numerosos factores que contribuyen a la alteración del equilibrio energético Tierra-Atmósfera a la luz de los últimos datos científicos publicados. He aquí algunos ejemplos.
Ahora sabemos que el metano es mucho más potente en relación con el dióxido de carbono de lo que reconocíamos anteriormente, especialmente cuando se considera en horizontes temporales más cortos. Es más de 80 veces más potente que el CO2 durante un periodo de 20 años, y 150 veces más potente que el CO2 durante el primer año de emisión. Esto significa que los proyectos de mitigación que detengan las emisiones de metano pueden tener un impacto positivo mayor ahora y en las próximas décadas que el reconocido anteriormente por los registros de carbono. En resumen, es hora de que valoremos la mitigación del metano en consonancia con su verdadero beneficio, para incentivar esos proyectos.
También reconocemos que los contaminantes climáticos de vida corta no contemplados en los registros de carbono estándar, como el carbono negro y el ozono troposférico, afectan al clima. En el caso del carbono negro, no sólo provoca el calentamiento cuando está suspendido en la atmósfera, sino también cuando se asienta en la tierra, donde ennegrece las superficies y acelera el derretimiento del hielo y la nieve, dejando al descubierto superficies de agua o suelo más oscuras y creando un círculo vicioso de calentamiento. La buena noticia es que hay muchas tecnologías de bajo coste que pueden mitigar esas emisiones, si se incentiva la financiación necesaria.
Incluso en lo que respecta al dióxido de carbono y otros GEI de larga vida, los registros tradicionales de carbono sólo tienen en cuenta las emisiones de un año determinado. Pero, ¿qué pasa con las emisiones que se acumulan en la atmósfera, año tras año, después de la emisión del año inicial? ¿Y cómo acreditan los registros de carbono tradicionales las emisiones de GEI evitadas que se habrían trasladado a los años siguientes si no se hubieran mitigado? La respuesta es que no lo hacen.
En el otro lado del balance está la cuestión de los contaminantes que protegen al planeta del calentamiento. Por ejemplo, las emisiones de dióxido de azufre pueden convertirse en aerosoles de sulfato, causando una peligrosa contaminación atmosférica pero también frenando el calentamiento. ¿No deberían los registros de carbono tener en cuenta el calentamiento añadido que se produce cuando se reducen esos contaminantes? La respuesta es sí, pero una vez más, la realidad es que no.
Y, por último, ¿qué dicen los registros de carbono tradicionales sobre los impactos corolarios que los proyectos pueden tener en el medio ambiente y la salud humana? ¿Existen beneficios, como la reducción de la contaminación atmosférica? ¿Existen contrapartidas, como la reducción de la calidad del agua? Se proporciona muy poca información, si es que se proporciona alguna, sobre estos beneficios colaterales y compensaciones.
En resumen, ha llegado el momento de actualizar la forma en que nuestros registros hacen un seguimiento de los proyectos climáticos. Y es crucial que aportemos una mayor transparencia a todo el proceso. Los inversores en clima deben saber exactamente a dónde van sus dólares, con plena responsabilidad.
Esa es, en una palabra, la razón por la que lanzamos el Registro Global SCS. Cada empresa, organización y jurisdicción gubernamental tiene un papel vital que desempeñar para abordar eficazmente la crisis climática a corto plazo y contribuir a un futuro climático sostenible. Con una información más completa a nuestro alcance, todavía es posible adelantarse a las peligrosas alteraciones del clima y al aumento de la temperatura. Así es como podemos responder a la pregunta del Secretario General.
Por favor, póngase en contacto con el SCS Global Registry en www.scsglobalregistry.org.